“El espacio público se presenta como el lugar de surgimiento de la opinión pública, que puede ser manipulada y deformada, pero que constituye el eje de la cohesión social, de la construcción y legitimación (o deslegitimación) política”.
Para Habermas, el espacio público es donde se forman las ideas, se fomenta el consenso desde el disenso, los ciudadanos piensan y expresan sus ideas, se crean cosas nuevas, nuevas ideas, algunos afirman las suyas, salen de dudas, cambian de parecer, el espacio público es donde verdaderamente se ve la democracia y la libertad del ciudadano.
“El espacio de la opinión pública, como mejor puede describirse es como una red para la comunicación de contenidos y tomas de postura, es decir, de opiniones, y en él los flujos de comunicación quedan filtrados y sintetizados de tal suerte que se condensan en opiniones públicas agavilladas en torno a temas específicos”.
Por esto, El poder del Estado lo legitima el consenso público, la acción comunicativa de la que habla Habermas, porque este consenso público se genera desde la razón y esta es la única que legitima el poder.
· Los ciudadanos son «portadores del espacio público» y en él expresan problemas de los distintos ámbitos de su vida privada. El medio propio es la interacción comunicativa, es decir, la práctica comunicativa cotidiana que se produce a partir de la inteligibilidad general de los lenguajes naturales. Este intercambio comunicativo produce argumentos, influencias y opiniones.
Pero como todo, el espacio público y las opiniones de las personas también se ven manipuladas por factores externos pero muy impactantes e importantes para nosotros: los medios de comunicación, que nos muestran todo, todo lo publican sin embargo, muchas veces muestran algo que le conviene a un grupo social o humano determinado.
· Los medios de comunicación desempeñan un papel que, en muchos casos, sirve tan sólo a los intereses de grupos poderosos económica o socialmente, de manera que su «ocupación» y depredación del espacio público pueden ser altamente distorsionadoras de la realidad humana. Habermas critica la instrumentalización de los medios de comunicación de masas, pero afirma que no se tiene un conocimiento global de su incidencia y que, en cualquier caso, las instituciones deben regular y corregir los excesos, haciendo efectivo el respeto y la promoción de los derechos humanos.
Sólo una publicidad crítica permitirá la expresión de los conflictos reales y la superación de los mismos por la generación de consensos, de voluntad común. Ha de ser el contrapeso necesario a las formas de presión y coacción del poder, que tiende siempre a superponerse opresivamente sobre la realidad social.
“Hay un poder que surge de la interacción comunicativa, que posibilita la cooperación y la aparición del poder político; pero el ejercicio de ese poder ya constituido despliega instrumentos normativos y administrativos que deben ser contemplados en su incidencia en los procesos de toma de decisión colectiva”.
En conclusión, para Habermas, la esfera pública le concede poder a la opinión para que los temas sean discutidos y vuelvan a la esfera pública donde se convierte en norma, y todo esto es posible gracias al lenguaje y al espacio que tenemos los seres humanos en el “mundo de la vida”.
“El espacio público no es un espacio político sino ciudadano, civil, del «mundo de la vida» y no de un determinado sistema o estructura social”.